EDUCACIÓN Y CULTURA- DIÓCESIS DE PEREIRA

PASTORAL EDUCATIVA

22 de mayo de 2012

TODA TU VIDA APRENDES PARA “BIEN” O PARA “MAL”

¿Alguna vez te has puesto a pensar en la manera como fuiste adquiriendo todo el bagaje de conocimientos, habilidades, y destrezas que posees hoy en día? El bebé aprende a chupar, aprende a mover la cabeza, aprende a comer con el pocillo, aprende a comer con la cuchara, aprende a girarse, aprende a gatear, aprende a sentarse… toda nuestra vida es una cadena de aprendizajes.

Pues bien, el aprendizaje es la clave para la supervivencia. Y por eso, todos nosotros aprendemos “para bien” o “para mal”. Aprendemos “para bien” cuando todos nuestros aprendizajes son comportamientos adaptativos, es decir, son funcionales para la realización de nosotros mismos como seres humanos integrales. Y aprendemos “para mal” cuando nuestros comportamientos apuntan s la dirección opuesta.


Pero así como el aprendizaje es la clave para la supervivencia, es también la clave para el éxito. Las personas exitosas son aquellas que han tenido excelentes “procesos de apre4ndizaje”. Para cualquier cosa que intentes realizar en tu vida necesitarás siempre de estos procesos. Pues de ellos depende el menor o mayor éxito en todo y cada uno de tus proyectos. Necesitaos aprender y aprender bien. Y para “aprender bien” necesitamos involucrar todos nuestros sentidos y canales sensoriales[1].


[1] PINEDA, Luis Enrique. Proyecta tu Vida, San Pablo, Bogotá: 2008, Págs. 70-71

VOCACIÓN DE LOS LAICOS AL APOSTOLADO


 
La Iglesia ha nacido con la finalidad de propagar el Reino de Cristo por toda la tierra para gloria de Dios Padre y, de esa forma, hacer partícipes a todos los hombres de la redención salvadora, y, por medio de esos hombres ordenar realmente todo el mundo hacía Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico, dirigida a este fin, recibe el nombre de apostolado, que la Iglesia ejerce a través de todos sus miembros, aunque de diversas maneras: la vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado. Así como en el conjunto de un cuerpo vivo ningún miembro actúa de forma meramente pasiva, sino que, al participar de la vida del cuerpo, participa al mismo tiempo de su actividad, de la misma manera, en el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, todo el cuerpo, según la operación propia de cada uno de sus miembros, hace crecer a todo el cuerpo (Ef 4,16).



Más aún, es tanta la conexión y trabazón de los miembros en este cuerpo (Cf. Ef 4,16), que el miembro que no contribuye, según su propia capacidad, al crecimiento del cuerpo debe ser considerado inútil para la Iglesia y para sí mismo. Hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de misión. A los Apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo la función de enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad. Pero también los laicos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misión de todo el Pueblo de Dios. Ejercen verdaderamente el apostolado con su empeño por evangelizar y santificar a los hombres y por empapar y perfeccionar con espíritu evangélico el orden de las cosas temporales, de modo que su actividad en este orden dé claro testimonio de Cristo y sirva para la salvación de los hombres.

Siendo propio del estado de los laicos vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, Dios les llama a que, movidos por el espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento.

10 de mayo de 2012

UNA HISTORIA DE COMPRENSIÓN


El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que decía: cachorritos en venta.

Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto un niñito apareció en la tienda preguntando:
-          ¿Cuál es el precio de los perritos?
-          Entre $30 y $50.
El niño metió la mano en su bolsillo y sacó unas monedas:
-          Sólo tengo $2.37… ¿puedo verlos?
El hombre se sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendo seguida por cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándose considerablemente atrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado que cojeaba.
-          ¿Qué le pasa a ese perrito?- preguntó.
El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario le dijo que tenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.
El niñito se emocionó mucho y exclamó:
-          ¡Ése es el perrito que yo quiero comprar!
Y el hombre replicó:
-          No, tú no vas a comprar ese cachorro, si tú realmente lo quieres, yo te lo regalo.
Y el niñito se disgustó, y mirando directo a los ojos del hombre le dijo:
-          Yo no quiero que usted me lo regale. Él vale tanto como los otros perritos y yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2.37 ahora y 50 centavos cada mes hasta que yo lo haya pagado completo.
El hombre contestó:
-          Tú en verdad no querrás comprar ese perrito, hijo. Él nunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otros perritos.
El niño se agachó y se levantó la pierna de su pantalón para mostrar su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo:
-          Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda.
El hombre estaba ahora mordiendo el labio, y se sintió en evidencia… sonrió y dijo:
-          Hijo, sólo espero y rezo para que cada uno de estos cachorritos tengan un dueño como tú.



PARA REFLEXIONAR

En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie por lo que eres, y te acepte y te ame incondicionalmente. Un verdadero amigo es aquél que llega cuando el resto del mundo se ha ido.

 
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