EDUCACIÓN Y CULTURA- DIÓCESIS DE PEREIRA

PASTORAL EDUCATIVA

26 de julio de 2013

SANTOS MODERNOS... SANTOS DEL SIGLO XXI

“Necesitamos santos sin velo, sin sotana. 

Necesitamos santos de jeans y zapatillas (zapatos tenis). 

Necesitamos santos que vayan al cine, escuchen música y paseen con sus amigos.

Necesitamos santos que coloquen a Dios en primer lugar y que sobresalgan en la Universidad. Necesitamos santos que busquen tiempo cada día para rezar y que sepan enamorar en la pureza y castidad, o que consagren su castidad.

Necesitamos santos modernos, santos del siglo XXI con una espiritualidad insertada en nuestro tiempo. Necesitamos santos comprometidos con los pobres y los necesarios cambios sociales.

Necesitamos santos que vivan en el mundo, se santifiquen en el mundo y que no tengan miedo de vivir en el mundo.

Necesitamos santos que tomen Coca Cola y coman hot-dogs, que sean internautas, que escuchen iPod.

Necesitamos santos que amen la Eucaristía y que no tengan vergüenza de tomar una cerveza o comer pizza el fin de semana con los amigos.

Necesitamos santos a los que les guste el cine, el teatro, la música, la danza, el deporte. Necesitamos santos sociables, abiertos, normales, amigos, alegres, compañeros.

Necesitamos santos que estén en el mundo y que sepan saborear las cosas puras y buenas del mundo, pero sin ser mundanos”. (Francisco a los jóvenes en Brasil)

10 de julio de 2013

DESCARGA LA CARTA ENCÍCLICA LUMEN FIDEI

..La Santa Sede ha hecho público el texto de la encíclica Lumen Fidei, primera del pontificado de Francisco, que lleva fecha del 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo. En ella el Papa reconoce la labor de su predecesor, Benedicto XVI, en el contenido mismo del documento.

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NO PASAR DE LARGO

COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO PRÓXIMO

Lc 10, 25-37

"Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo". Esta es la herencia que Jesús ha dejado a la humanidad. Para comprender la revolución que quiere introducir en la historia, hemos de leer con atención su relato del "buen samaritano". En él se nos describe la actitud que hemos de promover, más allá de nuestras creencias y posiciones ideológicas o religiosas, para construir un mundo más humano.

En la cuneta de un camino solitario yace un ser humano, robado, agredido, despojado de todo, medio muerto, abandonado a su suerte. En este herido sin nombre y sin patria resume Jesús la situación de tantas víctimas inocentes maltratadas injustamente y abandonadas en las cunetas de tantos caminos de la historia.

En el horizonte aparecen dos viajeros: primero un sacerdote, luego un levita. Los dos pertenecen al mundo respetado de la religión oficial de Jerusalén. Los dos actúan de manera idéntica: "ven al herido, dan un rodeo y pasan de largo". Los dos cierran sus ojos y su corazón, aquel hombre no existe para ellos, pasan sin detenerse. Esta es la crítica radical de Jesús a toda religión incapaz de generar en sus miembros un corazón compasivo. ¿Qué sentido tiene una religión tan poco humana?

Por el camino viene un tercer personaje. No es sacerdote ni levita. Ni siquiera pertenece a la religión del Templo. Sin embargo, al llegar, "ve al herido, se conmueve y se acerca". Luego, hace por aquel desconocido todo lo que puede para rescatarlo con vida y restaurar su dignidad. Esta es la dinámica que Jesús quiere introducir en el mundo.

Lo primero es no cerrar los ojos. Saber "mirar" de manera atenta y responsable al que sufre. Esta mirada nos puede liberar del egoísmo y la indiferencia que nos permiten vivir con la conciencia tranquila y la ilusión de inocencia en medio de tantas víctimas inocentes. Al mismo tiempo, "conmovernos" y dejar que su sufrimiento nos duela también a nosotros.

Lo decisivo es reaccionar y "acercarnos" al que sufre, no para preguntarnos si tengo o no alguna obligación de ayudarle, sino para descubrir de cerca que es un ser necesitado que nos está llamando. Nuestra actuación concreta nos revelará nuestra calidad humana.

Todo esto no es teoría. El samaritano del relato no se siente obligado a cumplir un determinado código religioso o moral. Sencillamente, responde a la situación del herido inventando toda clase de gestos prácticos orientados a aliviar su sufrimiento y restaurar su vida y su dignidad. Jesús concluye con estas palabras. "Vete y haz tú lo mismo".



José Antonio Pagola

4 de julio de 2013

SOBRE LA EDUCACIÓN

Acabo de leer "sobre el cielo y la tierra" una obra en la que el Rabino Abraham Skolka y el entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio (hoy Papa Francisco) discuten diversos temas de índole social y religiosa. 

No podría pasar de largo la oportunidad de compartir con los docentes y seguidores de este blog un apartado del libro que lleva por título "Sobre la educación". Allí se nos plantea la relación que existe entre la educación y la religión, además de la importancia de la educación religiosa en el ambiente escolar y la gran diferencia entre el rol del "profesor" y del "maestro" . 

Jorge Mario Bergoglio, y el rabino Abraham Skorka mantuvieron unas largas conversaciones basadas en una fuerte amistad . Los temas tratados fueron religiosos y espirituales como la existencia de Dios, la importancia de los líderes religiosos, la pobreza y la acción social; pero también se complementaron con otros más polémicos como el matrimonio gay, el aborto, el ateísmo, los fundamentalismos, la política, el poder, la dictadura. Sin dejar de lado otros tantos como: la fé, la ciencia, la educación y la vejez.

Este libro se destaca por el profundo nivel alcanzado en los diálogos entre estas dos figuras y por el compromiso adquirido en la selección de los tópicos y en sus opiniones. Un libro fundamental para entender cómo ve nuestro mundo y el futuro de la religión el nuevo líder de la Iglesia católica.
Diego A. Marín

Sobre la educación:

Skorka: La religión es una cosmovisión del mundo. Y educar significa transmitir una cosmovisión. Por lo tanto, las dos cosas están íntimamente ligadas. Cuando analizamos cómo se formaron las distintas culturas, vemos dos planos: el avance tecnológico en las sociedades, por un lado; y la formación de la cultura como manifestación de los valores que conforman el modo de vida de los pueblos, por el otro. La cultura, en esencia, es la respuesta a tres preguntas: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es la naturaleza? ¿Qué es Dios? Entonces, resulta indispensable que en la formación de los chicos se estudien estas preguntas y las respuestas que la religión tiene para ellas. Alguien puede señalar que en una sociedad democrática se debería dar todo un espectro, no una sola parte. Por supuesto que comparto la idea, y por eso no acuerdo con una clase de religión en las escuelas públicas, tal como se daba en el pasado.

Bergoglio: Tampoco acuerdo con las clases de religión que supongan discriminación a los no católicos. Pero sí creo que la religión debe formar parte de la educación en la escuela, como un elemento más en el amplio abanico que se brinda en las aulas. Me parece discriminatorio que no se hable de la religión, que no se enseñe el punto de vista religioso de la vida y de los acontecimientos históricos como se hace con otras disciplinas.

Skorka: Estoy de acuerdo con usted: quitarle la posibilidad de educar a una religión es quitarle mucho. Ahora bien, por supuesto que la educación, en detalle, cada uno la tiene que dar en su parroquia o en su comunidad. Pero la base del judaísmo—que después se desarrolló en el cristianismo y también en el Islam—es la exaltación del hombre como un ser capaz de comportarse más allá de sus instintos. La importancia que tiene la religión para la educación es que reafirma la condición de excelso que tiene el hombre, cada individuo en su conducción de tal. La escuela pública nacional debe tener algún tipo de enseñanza religiosa porque su rol principal consiste en transmitir valores. En el momento que se introduce el concepto de Dios, se deja un poco de lado lo antropocéntrico. Si no se habla de Dios, la imagen que se les da a los chicos es que todo pasa por lo humano, por uno mismo. Si se introduce la variante religiosa, después se puede encarar cualquier otro tema de una manera distinta. ¿Qué es la educación sexual? ¿Solamente informar acerca de cuestiones anatómicas y fisiológicas? ¿O dar esencialmente valores? Por supuesto que los chicos tienen que saber anatómica y fisiológicamente lo que les está pasando, pero eso tiene que ir acompañado de ciertos valores que les permitan decidir qué hacer con su sexualidad. Lo sexual debería servir para manifestar un profundo sentimiento de amor que yace en el hombre. Me gustaría que en la escuela, en el momento en que le dan información al chico, le digan: “El judaísmo opina que…”. Lo mismo con la cosmovisión cristiana o islámica; acentuar los denominadores comunes que hay entre ellas. Si llegáramos a abdicar de nuestra función educativa, perderíamos nuestra esencia. Se acentuaría esta realidad que vivimos hoy, del aquí y el ahora. En nuestras religiones es básico el concepto de trascendencia, significa que lo que se está haciendo no termina en ese acto en sí mismo, sino que tiene una proyección a futuro. Es fundamental transmitirlo en la realidad consumista que se vive en el presente.

Bergoglio: En la Biblia, Dios se muestra como un educador. “Yo te llevé a babucha, te enseñé a caminar”, dice. La obligación del creyente es hacer crecer a sus crías. Cada hombre y cada mujer tienen derecho a educar a sus hijos en sus valores religiosos. La incidencia del Estado en la privación de esta formación puede llevar a casos como el nazismo, en el que los chicos eran adoctrinados con valores ajenos a los de sus padres. Los totalitarismos tienden a copar la educación para llevar el agua a su propio molino.

Skorka: Algún mensaje al chico siempre se le da, sea mediante lo que se dice ose hace, o de lo que no se dice o no se hace. Siempre hay un mensaje, ¿por qué nosotros deberíamos abdicar del nuestro? La religión es una prédica hacia el hombre que busca su sentido de existencia. Es lo mismo que un filósofo que tiene una verdad que desea compartirla con los otros, que la quiere enseñar. El mensaje lo tengo que compartir con todos: el que quiere que lo reciba, y el que no quiere que no lo reciba; pero la información debe presentarse. Es una cuestión básica de toda religión, sin eso se terminó la institución religiosa. Hay que explicar algo claramente: religión no es sólo—judaicamente, y entiendo que también cristianamente, hablando—una cuestión de culto, de orar a Dios en un templo y ahí se terminó la historia. Para poder llegar a Dios,necesariamente hay que pasar a través del prójimo. El ser religioso debe manifestar su sentimiento por medio de un compromiso con valores de vida que reflejen el credo en una realidad trascendente. Esta información, a mi entender, es la que debe entregarse a los alumnos,para que—a través de su elaboración posterior—se vuelva parte esencial de su formación. Por otra parte, en los códigos de la ley judía, las leyes religiosas que indican cómo honrar a los progenitores se encuentran al lado de aquellas que reflejan cómo honrar al maestro. Uno está totalmente ligado con el otro. El judaísmo es esencialmente educación, siempre se está transmitiendo algo. Recordemos que el término rabino significa “maestro”.

Bergoglio: La escuela educa hacia lo trascendente, igual que la religión. Pero no abrirle las puertas a la cosmovisión religiosa en el ámbito escolar es mutilar el desarrollo armónico de un chico. Porque hace a su identidad, a transmitir los mismos valores que el padre, que se proyectan en el hijo. Se lo priva de la herencia cultural y religiosa. Si a la educación le quitás la tradición de tus padres, queda sólo ideología. La vida se ve con ojos cargados, no hay hermenéutica aséptica ni siquiera en la educación. Las palabras están preñadas de historia, de experiencias de vida. Cuando uno deja un vacío, lo ocupan ideas alejadas de la tradición familiar; así nace la ideología. Recuerdo que en el industrial había un profesor comunista. Teníamos una relación bárbara con él, nos cuestionaba todo y nos hizo mucho bien. Pero nunca nos mintió, siempre nos dijo desde dónde nos estaba hablando, cuál era su hermenéutica y su cosmovisión del mundo.

Skorka: Nosotros teníamos muchos maestros y profesores en el secundario,pero rara vez podíamos hablar de la vida con ellos. Algunos se manifestaban de tal modo que no dejaban lugar. Pero los chicos se preguntaban: este hombre que me enseña física o que me enseña química, ¿qué piensa para el bien de la vida? La educación no puede ser algo impersonal, tiene que haber diálogo. La clase se transformaba en algo mecánico, enseñaban geometría euclidiana pero nadie daba clase sobre las cosmovisiones del mundo. No había nada humano, las presentaciones eran frías, sin mensajes. Debería haber un consenso donde se respeten todos los puntos de vista, pero partiendo de la trascendencia del hombre, entendiéndola en su forma más amplia. Los profesores muchas veces no se apartan del texto, no abren el corazón. No queremos que la religión restrinja, pero tampoco que pase al revés.

Bergoglio: Hay una diferencia entre ser profesor y ser maestro. El profesor da fríamente su materia, mientras que el maestro se involucra. Es profundamente testimonial. Hay coherencia entre su conducta y su vida. No es un mero repetidor de la ciencia, como el profesor. Hay que ayudar a los hombres y a las mujeres para que sean maestros, para que sean testigos, ésa es la clave de la educación.


2 de julio de 2013

Cómo dar clase a los que no quieren

Seminario impartido por Juan Vaello Orts*. Cómo dar clase a los que no quieren, que parte de la filosofía de que "El secreto de enseñar no es tanto transmitir conocimientos como contagiar ganas."


*Joan Vaello Orts es psicopedagogo, Inspector del SITE de Alicante, Profesor Tutor de Psicología General y Psicología Evolutiva en la UNED de Denia - Benidorm, habitual colaborador en Cursos de Formación del Profesorado, ex - director del IES Bernat de Sarriá de Benidorm y autor de varios libros, además de numerosos artículos.



Pedagogía, de Immanuel Kant



Immanuel Kant tiene fama de haber sido un excelente profesor, volcado con su docencia. Como parte precisamente de sus obligaciones estaba la de impartir algunos cursos sobre la materia Pedagogía que fueron rescatados por apuntes de algún alumno y que hoy conocemos como un opúsculo llamado precisamente así, Pedagogía, que tiene cierta fama en el área de la Teoría de la Educación. Se trata de unas pocas páginas que se leen en apenas unas horas, densas, casi telegráficas en algunos momentos, a las que la edición española de la editorial Akal que recoge la traducción de Luzuriaga, añade unos apéndices extraídos de otros lugares de la edición crítica de la Obra Completa del filósofo. De hecho, yo me voy a referir a esta versión: Immanuel Kant,Pedagogía, Akal, Madrid, 2003 (3ªedición). 

Kant parte de la afirmación de que sólo el hombre puede ser educado. Si un hombre no fuera educado, hipotéticamente, tan solo desarrollaría su animalidad, señala, es decir, su parte instintiva. Así, el filósofo establece una separación tajante entre el hombre y el animal aunque no niega en ningún momento la animalidad existente en el hombre ni lo físico, que ha de ser objeto de crianza y cuidados y sometido a cierta disciplina. Básicamente, lo que establece esta línea divisoria es la razón, por lo que el texto de Kant sostiene un racionalismo que ensalza la cualidad por la que el hombre debe hacerse capaz (gracias a la educación) de asir las riendas de su voluntad, de razonar lo que hace, lo cual es sinónimo, dice, de actuar moralmente. 

Éste es el mayor logro de la educación que pasa por momentos anteriores que son presupuestos por él pero que han de ser superados, que son preparatorios. Por ejemplo, la instrucción. Es decir, el niño debe aprender leyes, “civilidad”, comportamiento en sociedad, buenas maneras, pero sólo como paso previo al desarrollo de su razón, la cual le hará capaz de desear la ley (la máxima) por sí misma, independientemente de los premios o castigos asociados a ella o de la costumbre o las normas y convenciones sociales. Tanto es así que incluso a la religión se llega por la moralidad y no al revés. Es más importante una razón que establezca el amor y deseo de actuar acorde con una máxima moral (aunque dentro de su típico formalismo Kant apenas indica contenidos materiales morales) que el ser llevado a ello por la fe en un Dios. El movimiento en la religión es, como digo, contrario, en la línea de la religión natural ilustrada, que hace de Dios una especie de recurso para la razón y la moral, lo cual como es bien sabido, fue de hecho un tópico de la razón práctica kantiana. 


En general la pedagogía kantiana no se entiende sin su sistema filosófico. Es necesario tener en mente, como señala Fernández Enguita en el prólogo de la edición que manejamos, su división entre fenómeno y noúmeno que pone éste último la base de la libertad humana y la moralidad, así como presupone a Dios y el alma. Es en los supuestos de la razón práctica y la antropología kantiana, con una fuerte y muy evidente influencia de Rousseau, como Kant elabora su pedagogía. 

Mitiga el uso del castigo, incluso ironiza con las ciencias (Rousseau), refleja su ideal de progreso y de “especie” y bien común (vid. Ensayos sobre filosofía de la historia), concede importancia a los años tempranos y he detectado, recogido a través de Rousseau seguramente, la influencia del pensamiento estoico en algunos momentos, sobre todo en la idea de formar un carácter como paso previo a inculcar el bien. Es decir, no se trata de educar mecánicamente para que el hombre sea bueno, sino de crear una personalidad estable y equilibrada (diríamos hoy) en la línea descrita por un Séneca, por ejemplo (aunque él no lo nombra, pero es una permanente influencia en Rousseau). Leyendo Emilio, y como es bien conocido Kant se enfrascó en su lectura hasta el punto de llegar tarde a una cita, se aprecia esta línea estoica de la forja de un carácter, la constitución de un sujeto, su creación y constante puesta a punto en los avatares de la existencia, para ejercitarse y hacerse fuerte en la lucha, en la resistencia que requiere muchas veces el permanecer fiel a las máximas, al proyecto vital que uno ha escogido o a la mera supervivencia incluso. Me ha parecido que de un modo sutil, Kant tiene esto en mente y lo recoge en su tratadito en algunas frases y lugares muy rousseaunianos. 

Así, Kant es un pedagogo racionalista y formalista, como era de suponer. Se le tacha, oficialmente, de idealista. Todo esto quiere decir que elude la materialidad en la ética, como hemos indicado, y constantemente está operando con un hombre ideal, adelgazado, reducido a sus componentes racionales, a su capacidad de actuar según máximas, que es lo que hay que perseguir y que por tanto constituye, obsesivamente para él, el fin de la educación, sin concretar ya más cosas. El formalismo moral del imperativo categórico late aquí como ideal pedagógico que hace hombre al hombre y que lo eleva sobre su propia animalidad. Es lo que para Kant más merece la pena en nosotros, lo que nos humaniza, lo que sin negar nuestro componente animal, nos distingue del mundo del hábito (vs Bourdieu) y el instinto. Esto puede incurrir en una negación de la materialidad, a pesar de todo, que como muchas filosofías posteriores han señalado, continúa operante en la inteligencia y la razón, sin que la superación o elevación que implican las mismas constituya una negación absoluta de lo anterior. Baste acudir a Zubiri, por ejemplo, para cuestionar esta hybris kantiana. 

Kant tiene un ideal del hombre como alguien totalmente capaz de una voluntad casi omnipotente para autorregirse, en un plano moral por lo menos, pero también, progresiva y colectivamente, política e históricamente. Su tratadito sobre pedagogía indicaría muy someramente el camino en tamaño micro que ha de seguir el individuo para este proyecto ilustrado colectivo, que sería la educación. Tal vez en el fondo la pedagogía kantiana sea como si el paso por la educación fuera el necesario sacrificio que ha de hacerse a la materialidad que nos constituye pero para rápidamente olvidarnos de ella e ir más allá de la misma...

Reflexiones en torno a la educación

"El hombre no llega a ser hombre más que por la educación. No es más que lo que la educación hace de él. Es importante subrayar que el hombre siempre es educado por otros hombres y por otros hombres que también fueron educados." Inmanuel Kant


El tema de la educación es un tema complejo. En algunos países del mundo se han hecho grandes avances. El primero, considerar la educación como una necesidad. El segundo, y más importante, considerarla una necesidad de todas las personas, no sólo de una parte. La consecuencia de esto es que el estado ha de hacer suya la obligación de ofrecer un servicio público y gratuito para que todos los ciudadanos, sin excepción, puedan acceder a él. Hasta aquí creo que no debería haber problema en ponerse de acuerdo. No pequemos de ingenuos. El problema persiste. La educación es todavía el derecho de unos pocos en muchos lugares de este planeta. No es la falta de medios el mayor problema sino la terquedad, el fanatismo, la repugnante creencia de que no todos somos iguales, el desprecio de parte de los otros, la diferencia entre puros e impuros, dignos e indignos, ricos y pobres, hombres y mujeres como sujetos de derecho. No nos podemos refugiar en que las culturas son diferentes y que todas son respetables. Las culturas, obvio es decirlo, no son, por sí mismas, merecedoras de respeto.

Los países del mundo no se diferencian por la cantidad de habitantes que tienen sino por lo que se ha dado en llamar su capital humano. La cultura, la costumbre de aprender, la capacidad de discernir la correcta información en las fuentes adecuadas, el fomento de la curiosidad, el grado de preparación y la cualificación profesional son los aspectos que marcan las diferencias entre unos países y otros. La autonomía personal debería ser el principal objetivo de cualquier sistema educativo. El estado debe dejar de ser papá o mamá para ser nosotros. El estado no tiene la misión de adoctrinar sino de dar la oportunidad a los ciudadanos de alcanzar la libertad. La ignorancia y el adoctrinamiento conducen por diferentes caminos al mismo lugar: la tiranía.

Lo que no podemos evitar es que cada época tenga unos valores predominantes y que estos sean transmitidos a los que serán los ciudadanos de mañana. El único argumento que podemos esgrimir para actuar de esta manera es el consenso. No hay otro posible. La clave está en que enseñemos que eso que transmitimos ha sido alcanzado mediante el acuerdo y que de la misma manera podrá ser cambiado. Esa es la diferencia fundamental con el adoctrinamiento. Quien adoctrina no abre puerta alguna al cambio. La ética, entendamos bien el término, está basada en el egoísmo, todos queremos estar y sentirnos bien. Si conseguimos que el bienestar se extienda entre los demás estamos garantizando el propio.

La ilustración sostenía que sólo la razón podía conseguir un verdadero desarrollo de la humanidad. El desarrollo intelectual parece ser el único medio de hacer desaparecer la ignorancia y el oscurantismo. Para que uno sea dueño de su propio destino ha de ser capaz de tomar decisiones. Las decisiones se toman sólo en libertad. En último término es la razón quien nos puede librar de la tiranía y por tanto la que que nos puede hacer conseguir la libertad.

Las élites intelectuales han ido marcando los cambios históricos que, mal que bien y poco a poco, nos han ido conduciendo a un mundo, no sé si mejor pero al menos con más oportunidades de extender la justicia. Durante la mayor parte de la historia las élites se formaban, no por los más dotados intelectualmente, los más preparados o los más esforzados sino por aquellos que ya habían nacido dentro de ella. Era un club privado al que no se podía acceder. La puerta estaba cerrada desde el mismo día de su fundación. La extensión de la educación es el único medio no de entrar sino de conseguir que tales clubs desaparezcan. Las élites, en cualquier campo, siempre existirán. La diferencia debe estribar en que las puertas estén siempre abiertas y que el acceso esté permitido sin excepción. Siempre habrá mejores matemáticos, físicos, arquitectos, escritores, filósofos y políticos. Esto es cierto como lo es que nuestra misión es que todos tengamos las mismas oportunidades de serlo si nos interesa.

La educación es, vistas así las cosas, el derecho más elemental, más allá de los considerados básicos para sobrevivir. La mera supervivencia no nos concede dignidad alguna. La dignidad humana se alcanza gracias a la razón. La libertad y la igualdad no tendrían que suponer esfuerzo alguno para nadie. Al ser humano se le deberían suponer como al soldado la valentía. La educación, el acceso a la cultura, el desarrollo de la razón, sin embargo, requieren esfuerzo. Es el derecho que más trabajo requiere. El acceso a ella tiene que estar garantizado. Hasta dónde llegue cada uno es algo que no se puede saber, medir ni controlar. En una sociedad justa debería estar sólo en nuestras manos.

La gente muere de hambre, las guerras y la violencia acaban con la vida de incontables seres humanos, las epidemias diezman la población en los países más pobres. Las injusticias, las desigualdades y la falta de libertad son el pan de cada día. La razón fundamental de que todo esto suceda es la ignorancia. La ignorancia nos es útil para imponer nuestras ideas y nuestras creencias. Moldeamos gracias a ella el mundo a nuestro antojo. Mantener conscientemente y pudiendo evitarlo a los demás en la ignorancia es el mayor de los pecados. Las élites que surgen naturalmente son inevitables aunque no sean lo deseable, las élites conseguidas a hierro y fuego y mantenidas con el engaño son el más evidente síntoma de que el mundo está enfermo.

La educación, en estas condiciones, adquiere un papel vital si queremos que el estado de las cosas cambie. Decir esto no va mucho más allá de decir una obviedad. El verdadero problema, el más difícil de resolver es cómo educar. El más difícil todavía es educar a quien no quiere ser educado. Nadie rechaza para sí mismo comida, ropa y refugio, pocos se oponen a la libertad y a la igualdad pero muchos no llegan a comprender el alcance de la educación. No hablo de la mera transmisión de conocimientos y valores. Voy más allá. Hablo de conseguir que cada uno de nosotros se considere un ser humano autónomo, libre y por tanto valiente.

Los derechos humanos están muy bien. Tal vez nunca en la historia ha habido un mejor conjunto de buenas intenciones. De poco sirven mientras la mitad de la humanidad no sabe tan siquiera leerlos. (Y la otra mitad los utiliza sólamente en discursos solemnes).

http://jusamawi.com
 
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