VALOR SOBRE LA TOLERANCIA
LA EXCURSIÓN
Susana era una niña
lista y tímida. Pero como no veía muy bien, llevaba gafas desde que podía
recordar; algunos de sus compañeros de clase se metían con ella y se burlaban
de sus gafas de grandes cristales; y había sido el insoportable Luis el que
empezó a llamarla Cuatro Ojos, y como era un chico muy popular en la clase,
todo el mundo terminó conociéndola por Susana Cuatro Ojos.
Ella hacía como que
no le importaba, pero realmente no le gustaba nada. Cierto día hicieron una
excursión con el colegio para visitar unas cuevas muy famosas. Todos caminaban
en fila india, cuando Luis resbaló y metió el pie en un agujero. En su caída
sólo pudo agarrarse a Susana, que caminaba a su lado, y ambos resbalaron
durante un buen rato hasta que fueron a parar a una gran caverna.
Estaba muy oscuro, y
sólo se veía un rayito de luz procedente del techo de la caverna, muchos metros
por encima, y algunas raíces y troncos que habrían caído por aquella apertura.
Llamaron a voces y gritos, pero nadie acudió. Agazapados y muertos de frío,
pasaron una noche oscurísima dentro de la cueva. A la mañana siguiente, seguían
sin haberles encontrado, y sólo el pequeño rayo de luz les dejó ver algo.
Luis aprovechó para gritar con más fuerza y
tratar de buscar alguna salida, pero no consiguió nada en horas, y empezó a
sentir miedo. Debía ser mediodía, porque entonces Susana vio que el rayo
entraba recto, directamente hasta el suelo. Rápidamente fue hacia él tomando
uno de los troncos, y haciendo una lupa con sus gafas, convirtió aquel rayito
en una pequeña llama que encendió la antorcha. Luis, sorprendidísimo y
emocionado, tomó algunos troncos y juntos comenzaron a explorar la cueva.
Tardaron algún tiempo y quemaron unos cuantos troncos, pero finalmente
encontraron una salida.
Entre abrazos y
gritos de alegría, Luis le dio mil gracias a Susana. Él sabía que no le gustaba
nada que le llamara "Cuatro Ojos", y ahora se arrepentía de haberla
llamado así, sobre todo después de que gracias a aquellas gafas hubieran podido
salir de allí...Así que cuando por fin vieron a todos los que les buscaban,
incluida la policía, y los periodistas les abordaron con preguntas, Luis se
adelantó y dijo: ¡Qué suerte he tenido! ¡No podía tener mejor compañera de
aventuras que Susana Rayo Láser! Así comenzó a contar la historia, y desde
aquel día dejó de llamarla cuatro ojos.