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Ayudándole a crecer como
persona
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Hoy en día, ya se ha demostrado que el tener un
alto coeficiente intelectual o el ser un experto en determinada materia, no
es ninguna garantía de éxito profesional ni de una vida feliz.
Esta sociedad en la que vivimos, cada vez
valora más a aquellas personas que se conocen a sí mismas, que tienen
autocontrol, que son equilibradas emocionalmente o que demuestran empatía.
Por este motivo, desde educación infantil
debemos ir sentando las bases y dedicar nuestro esfuerzo a educar el
corazón y los sentimientos de los niños.
Es primeramente en la familia donde se le
presentan a los hijos las virtudes que se quieren transmitir, tales como:
el orden, el trabajo, la fortaleza, la sinceridad, la generosidad, etc.,
pero un importante ámbito, donde los niños pondrán en práctica aquello
aprendido, será el de las relaciones sociales.
Es aquí donde me quiero centrar, con el
propósito de señalar algunos aspectos, en los que tanto padres como
profesores debemos colaborar para que nuestros hijos y alumnos vayan
creciendo como personas.
- Enseñar a compartir. Los
niños a estas edades son bastante egocéntricos, una buena manera de abrirse
a los demás es a través de la generosidad y ésta puede empezar con un
simple intercambio de algún juguete. Con el tiempo aprenderán a compartir y
a jugar juntos con los mismos juguetes.
- Enseñar a jugar con todos.
Habrá que animar a los niños a que dejen jugar a todos aquellos que piden
participar en el juego y a los que son más tímidos y no se atreven a
preguntar, se les podría invitar a que ellos también entren a formar parte
del juego. De tal forma, que nadie se quede excluido y a nadie le hagan el
vacío.
- Enseñar a conseguir las cosas sin pegar. En
ocasiones, los niños son demasiado impulsivos y en cuanto alguien les
molesta o no consiguen lo que quieren utilizan el manotazo, el empujón o la
patada para lograr lo que desean. Como adultos les podemos ayudar a poner
en palabras aquello que quieren sin utilizar la fuerza. Como último
recurso, se les puede decir que busquen la mediación de un adulto, pero lo
que debemos evitar los mayores es el empleo de frases tipo, “si a ti te
pegan, tú pega”.
- Enseñar a pedir perdón y a perdonar. Los
niños deben aprender a pedir perdón y a relacionar ese gesto con el firme
propósito de no volver a repetir aquello que está mal. No siempre por el
mero hecho de decir “¿me perdonas?” y dar un beso todo está solucionado,
habrá que mostrarles también las consecuencias de sus actos. También es
importante que los niños aprendan a perdonar de corazón, de manera que no
les queden sentimientos de rencor o venganza.
- Enseñar a respetar la propiedad ajena. Para
que los niños sepan bien a que atenerse, conviene que los padres y
profesores les indiquemos bien cuáles son los límites, para que así ellos
los conozcan claramente. Hay que mostrarles que las cosas ajenas no se
pueden coger a su antojo, sino que deben pedir permiso para ello.
- Enseñar a respetar a los demás. Nadie
es más que nadie. Todas las personas tenemos virtudes y defectos, si nos
burlamos o reímos de los demás no debemos olvidar que ellos también podrían
hacernos lo mismo. A veces da resultado poner a los niños en la piel del
otro, para hacerles entender como se puede estar sintiendo ese niño en esas
circunstancias y preguntarles si a ellos les gustaría pasar por lo mismo.
- Enseñar a valorar lo bueno de los demás. Todo
el mundo tiene cosas buenas aunque la tendencia general siempre es la de
fijarnos en lo negativo, por eso, un buen ejercicio, ya desde pequeños, es
el de aprender a destacar o señalar las cosas positivas de los demás.
Podemos animar a los niños a que nos digan alguna cosa buena de sus amigos
o hermanos o que nos cuenten en que destaca tal o cual compañero.
- Enseñar a ser fiel a los compañeros. Poco
a poco los niños deben ir desterrando el chivateo. Cuando los niños chivan,
muchas veces es por un sentimiento de envidia hacia el otro o porque
esperan la felicitación del adulto, haciéndonos caer en la cuenta de que
ellos no están realizando esa conducta negativa. De cualquier manera, lo
que pretenden es llamar nuestra atención, cosa que no deben conseguir. Es
necesario que no reforcemos este tipo de conductas.
- Enseñar a no competir con los demás. La
competitividad es algo que debe darse a nivel personal, cada uno debe
intentar hacer las cosas cada día mejor y ser cada vez mejor. Los niños
deben procurar no estar continuamente pendientes de lo que hacen los demás,
ni mucho menos compararse con los otros compañeros. Para ello, es de gran
ayuda que los adultos tampoco les fomentemos las ansias de ganar o de ser
siempre el primero.
- Enseñar a ayudar al compañero. Hay
que despertar el interés de darse a los demás y una buena manera de hacerlo
es a través de la ayuda que se puede ofrecer a los compañeros. Los
profesores y padres podemos impulsarles para que enseñen o ayuden en
aquello que sepan hacer bien o tengan cierta destreza o habilidad, como por
ejemplo: a atarse los botones o cordones, doblar la ropa, jugar al fútbol,
...
Algunos, quizá puedan pensar que los niños de
educación infantil todavía son muy pequeños para hacer todas estas cosas.
No debemos olvidar que estamos educando para el futuro y esta etapa es
fundamental para que con nuestra ayuda, vayan despertando el afán de ser
amigos de todos, empiecen a tener ganas de ser buenos compañeros, les nazca
la preocupación por los demás y empiecen a sentir el deseo de ayudar.
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