EDUCACIÓN Y CULTURA- DIÓCESIS DE PEREIRA

PASTORAL EDUCATIVA

3 de julio de 2012

COSAS QUE NO USAS LAS PERDERÁS



Todos nosotros conocemos el principio “órgano que no se usa se atrofia”. Formulémoslo de otra manera: “Cosas que no usamos, las perdemos”. Mirémoslo con un ejemplo: si decidieras permanecer tres años acostado sobre una cama o sentado sobre una silla de ruedas, por voluntad propia, seguramente después de esos tres años, cuando quisiera volver a levantarte, ya no serías capaz de hacerlo. Lo mismo sucedería con cualquier otro de nuestros miembros.

Este principio lo podemos aplicar a cualquier otra clase de habilidad. Si se deja de tocar el piano o la guitarra por un período largo de tiempo, sin lugar a dudas, vas a perder muchas habilidades en tus dedos. Si dejas de usar tu creatividad, imaginación o memoria tenlo por seguro que se te “evaporan” sin que te des cuenta.

Mantengámonos atentos y vigilantes…, de lo contrario, nuestra conciencia podría también apagarse lo mismo que tantas otras cosas… cuando empezamos a pensar y a decir: “nada me importa” o “no me importa” estamos creando ya problemas. Recuerda siempre que las celdas de las prisiones y los hospitales mentales están llenos de personas para quienes las cosas “dejaron de suceder”. Gente que se las “ha arreglado” para mantener siempre “apagados” sus sentimientos, hasta el punto en que no ha quedado absolutamente “nada”.

Ejercitemos nuestra mente para mantenernos “en forma”. No existe ninguna razón o causa para que nos convirtamos en “menos capaces” o en “incapacitados existenciales” con el transcurrir de los años, si no ejercitamos nuestra capacidad mental de tiempo completo.

En este mismo principio parece funcionar en los negocios. El dinero está destinado para ser usado y por eso, debe ser usado. Necesita circular, fluir, moverse. De lo contrario se “estanca” y se desvaloriza. Si observas detenidamente a los financistas, notarás que se mantienen reinvirtiendo su capital, usando lo que ya tienen, tomando “riesgos”. De ahí la necesidad de que te convenzas de que jamás te convertirás en archimillonario almacenando y manteniendo tus pesos en bolsas de plástico debajo de la cama o del colchón . si no la pones a producir, se “estanca y la perderás[1].


[1] ENRIQUE PINEDA, Luis. Proyecta tu Vida. San Pablo. Bogotá: 2008. Págs. 85-87
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TÚ PUEDES SER PRÓSPERO


Seguramente en más de una oportunidad has comprado un billete de lotería y habrás pensado: ¿qué tal que me lo ganara? Y has hecho hasta los planes de cómo gastarías ese dinero, ¿verdad?

No pretendo desanimarte ni derrumbar tus “sueños”, pero ¿sabías que difícilmente las personas que se han ganado loterías o grandes sumas de dinero en juegos de azar, se vuelven personas prósperas? La prosperidad no se consigue de la noche a la mañana. ¡La prosperidad es una cuestión mental y de actitud!

Quizás me podrías decir: “¡Bueno…, lo que pasa es que hay personas de “buena suerte”…! ¡Yo en cambio no tengo!. ¡No! La buena o mala suerte no existe. Existen sólo dentro de ti y concretamente dentro de tu mente o manera de pensar. Tu mente y tu sistema de creencias son tu suerte. Ellos son lo que tú eres y lo que tú esperas, estés donde estés. Son ellos quienes te hacen y te mantienen pobre o rico, dependiendo de lo que  tú decidas. Tú tienes y tendrás sólo lo que tú piensas y pienses. Piensa pobremente y permanecerás pobre, piensa “ricamente” y serás muy rico y próspero.


¡No hay duda de que el trabajo “duro” es un ingrediente para ser prósperos, pero jamás es el único y mucho menos la garantía del bienestar! En realidad lo que necesitamos es un cambio de estrategia y de mentalidad.

El dinero en sí mismo no es bueno ni malo. ¡Que quede eso bien claro! De ahí que la intención no es hacer juicios de valor con respecto a él. ¡El dinero es sólo dinero y nada más! Es más, tú o cualquiera otra persona, pueden ser felices así como están. Lo que sí quiero revelar es: las circunstancias tuyas han sido creadas única y exclusivamente por ti mismo. Si alguna vez decides cambiar, podrás alcanzar todos los objetivos que se propongan. Pero eso depende única y exclusivamente de ti y de nadie más. Es cuestión de decisión personal[1].


[1] ENRIQUE PINEDA, Luis. Proyecta tu Vida. San Pablo. Bogotá: 2008. Págs.

COMO LA NATURALEZA, LIBÉRATE DE LO INNECESARIO


¿Has tenido que trastearte alguna vez de pueblo, de ciudad, de casa, de oficina o simplemente de habitación? Si lo has hecho, podrás recordar la cantidad de cosas que fuiste acumulando ¿Verdad? Muchas cosas que te prestaron un servicio, pero que ya no te lo prestan... Otras, que te podrían servir, pero que no tienes espacio para ellas o que no son nada más que basura. ¡A veces son las que ocupan la mayor parte del espacio!

en un constante estado de cambio, necesitamos una actitud saludable para liberarnos de las cosas viejas y abrazar las nuevas. Afortunadamente o desafortunadamente nos movemos dentro un mundo demasiado pragmático. Desembarazándonos de lo viejo y de lo innecesario, creamos vacíos o espacios que nos permiten crear y diseñar nuevas y excitantes cosas para nosotros mismos.

En cambio, cuando nos anclamos a lo viejo y anticuado, estamos creando bloques, barreras y estancamientos. Eso es aplicable no sólo a las cosas materiales sino también y sobre todo a nuestras emociones, actitudes, comportamientos, hábitos...

Mantén como hábito de tu vida hacer una limpieza total en el interior de tu mente y de tus emociones. de hecho, todas aquellas emociones que hemos recogido por la vida, que hemos almacenado y que no nos hemos atrevido a sacar, se van enquistando poco a poco, hasta el punto en que cada vez será mucho más difícil eliminarlas.

En cambio, en la medida en que diariamente nos ejercitemos en una eliminación progresiva de pensamientos y emociones negativas, estaremos asegurando una mayor fluidez energética en todo nuestro organismo.

Aprendamos de la naturaleza. ¡Cuántas cosas nos enseñan acerca de la eliminación! si observamos atentamente nuestro cuerpo, nos damos cuenta de que posee no menos de seis formas diferentes y distintas para desembarazarse del material desechable: ano, uretra, boca, nariz, oídos y piel. ¿Ha pensado alguna vez qué sería de nuestro cuerpo si jamás eliminara? De ahí la necesidad de eliminar mentalmente y vaciar emocionalmente todas las cosas innecesarias[1].


[1] ENRIQUE PINEDA, Luis. Proyecta tu Vida. San Pablo. Bogotá: 2008. Págs. 85-87
 
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