29 de junio de 2013
26 de junio de 2013
El Educador Católico de Hoy...¿Qué enfrenta?
Identificarnos como Educadores Católicos en la actualidad, nos llama a no serlos ni por palabras, ni por apariencias y menos aún no serlos de verdad. En la era en que vivimos nos es claro a todos que la crisis del pensamiento humano es notable, a tal punto que existen laberintos y muchos caminos falsos y equivocados, que desvían del verdadero camino que debe seguir el hombre, es decir, que la búsqueda de la verdad se encuentra oscurecida hasta en la concepción mental del hombre mismo y más aún en su interior.
El mundo actual se encuentra muy marcado por el pecado de la acedia, en muchos campos de acción del ser humano, y la educación no se encuentra excepta de ello. No lo “notamos” o no lo queremos ver, tal vez porque no lo percibimos o no lo observamos, o somos consecuencia o consecuentes con una civilización que nos invita, nos contagia y nos hace hacia ella, … , nos transforma a ser acédicos.
Esta “pereza espiritual”, esta “homologación con el mundo”, es lo que nos puede ocurrir o nos está ocurriendo ya, de tal modo que nuestras vidas y por ende en las acciones con nuestros educandos, nos podemos encontrar con el riesgo de estar cometiendo este pecado capital, donde lo que ocurre en el fondo es una práctica de valores (más bien invalores) de vida, donde lo que estamos reflejando realmente es una crisis de sentido de lo que hacemos.
Lo podemos observar, desde detalles “menores”, en nuestro simple cumplimiento de horarios y trabajo, la monotonía de los días, el sin sentido de lo que hacemos, …; y si avanzamos en el tiempo, lo veremos en los resultados académicos y humanos de los estudiantes, y más adelante en el futuro de ellos viviendo en sociedad.
La Educación Católica se enfrenta al mundo en el terreno de los valores, y ésta es una realidad de siempre, pero ahora con más fuerza que nunca. Es así, que los valores cristianos se enfrentan con los valores laícos creados, donde algunos de ellos menosprecian a los nuestros con una nube de conocimientos relativos de existencia, que terminan agobiándonos espiritual e intelectualmente.
La dignidad de nuestra labor está en el progreso de nuestro esfuerzo personal en pos de llevar a Dios a nuestros educandos, no como queremos o como creemos, sino como EL lo dice, indiferente de la época en que vivimos. Estos valores que debemos promulgar debemos entenderlos desde la transcendencia de nuestras vidas, porque el SEÑOR siempre ha sido el mismo en todas las épocas, y no es que antes o ahora es otro. Esta labor de custodio permanente de valores cristianos, nos demanda también prudencia, para reconocer el campo donde nos desenvolvemos, la misma que nos demanda responsabilidad, teniendo una profunda conciencia de lo que hacemos, y estar atentos a no estar haciendo lo que no debemos.
De igual manera debemos estar conscientes, de ser solidarios en la vida, donde mucho influirá la solidez de nuestra formación moral, inclusive hasta en momentos de desacuerdo con nuestros hermanos, pero es indudable que donde hay fortaleza en valores, más pesa el sentido de unión y comprensión que una actitud acédica, que se puede manifestar en un mal entendido pluralismo en un momento dado, es decir, hay que ser tolerantes con las personas pero no con los principios.
Vivimos en el fondo un desafío en los tiempos actuales, y que son muy difíciles. Por tanto, nuestra labor es eminentemente pastoral, desde el campo en que nos encontremos, y el tema más importante en esto, es que: El hombre es más que el mensaje. El mensaje es creíble cuando el hombre lo es.
El modelo de hombre lo tenemos en Cristo, que no es de los religionistas o filósofos, sino de DIOS. Por lo que debemos ser hombres de DIOS, es decir aquellos que desean hacer la VOLUNTAD DE EL, no externamente, sino motivados internamente por un deseo espiritual creado por DIOS mismo.
Debemos darnos cuenta que en estos tiempos difíciles se necesita ser fuerte, darnos cuenta que en nuestro alrededor próximo o lejano, los estándares morales absolutos se los remplaza por una ética situacional, lo bueno y lo malo se remplaza por lo que es políticamente correcto, la filosofía humana se degenera en el egoismo, … , es decir, la verdad retrocede. Esto hace que el mundo se transforme y se cree el temor en el ser humano, y es el miedo el que hace que el corazón del hombre falle.
Es así, que debemos ser conscientes del llamado que tenemos, y tener muy claro que nada hay más relevante en nuestro planeta que la Palabra de DIOS. ¿Qué se le compara?. Por eso es que nuestra fundamento está en ser hombres de DIOS, para que nos transforme en el modo y esencia que nos necesite donde estemos, de modo que estemos preparados cuando lleguen los momentos en que debemos actuar.
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LA ESPIRITUALIDAD DEL MAESTRO CATÓLICO
Lic. Diego León Franco Ruíz
Liceo Salazar y Herrera- Medellín
Realidad docente, un desafío espiritual.
La educación es uno de los pilares fundamentales para la construcción de una sociedad donde todas las personas sean valoradas como tales y nunca supeditadas a factores externos que distraen su atención o mal forman la concepción de lo humano, es así que se hace de la educación una actividad humana en el orden de la cultura gracias a su papel activo, crítico y enriquecedor; por ello que quienes están al frente de esta encomiable labor deben, por las razones ya mencionadas y los factores sociales tocantes a la guerra, el terrorismo y el narcotráfico, entre otros, que distraen el quehacer natural humano, velar para que la ella y quienes educan, padres y maestros, permitan la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las sociedades, de las que el hombre es miembro y en cuyas responsabilidades tomará parte en el futuro (Cfr. GE. 1).
Educar, entonces, no podrá jamás identificarse exclusivamente con instrucción, ha de asumirse como una acción humana que trasciende y ennoblece a quienes educan y son educados, convirtiéndolos en garantes de los verdaderos valores civiles, sociales, familiares y religiosos que soportan el desarrollo de la civilización y la defensa de los derechos humanos por encima de los intereses mezquinos de quienes se han propuesto desestabilizar el orbe con sus acciones bélicas y egoístas.
La educación en América Latina y, concretamente, en Colombia, amerita un minucioso análisis en todos los aspectos que se relacionan con ella, especialmente en lo tocante a las características humanas, espirituales y sociales de quienes, por vocación, han hecho de ella un estilo de vida capaz de transformar positivamente sus conciencias, además de llegar a lo más profundo de niños y jóvenes que anhelantes esperan una visión más clara de la realidad y unos elementos que le permitan transformarla para beneficio y realización comunitaria y personal.
Este cometido convierte al maestro en protagonista y eje central de una educación humanista, capaz de superar las malas enseñanzas de los medios de comunicación y las ideologías que los secundan. Su protagonismo ha de vislumbrarse desde la promoción humana integral e integradora, tanto en el plano personal como de aquellos que están bajo su tutela y cuidado. Se es maestro en la medida que la vida es donada, sacrificada y asumida como punto de partida para el crecimiento humano de las nuevas generaciones. La vida de un buen maestro es la semilla de una generación equilibrada y sostenida.
Los maestros tienen una gran responsabilidad personal, social y religiosa toda vez que el futuro de la sociedad y de la Iglesia, que son los niños y jóvenes están a la merced de sus criterios, experiencias y enseñanzas, pues cuando se educa se hace desde la persona, desde sus roles, actitudes, sus criterios, sus formas de pensar, es por ello que educar siempre será una labor sagrada porque se tiene la capacidad de incidir positiva o negativamente en quienes se educan.
Esta realidad “tan sublime” exige de quien por amor y vocación educa, un talante espiritual capaz de superar cualquier tendencia gobiernista o ideológica de una mala educación y hace de ella una experiencia evangélica y espiritual que dinamiza y robustece las acciones de los estudiantes, a quienes se les brindará la oportunidad de
distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo permisivo, lo sano de lo dañino, lo humano de lo meramente instintivo. Esta manera de educar hace pensar en la espiritualidad del maestro y, concretamente del maestro católico, como una necesidad que aún no ha sido del todo satisfecha y de la que depende, en gran medida, el éxito de la educación, pues sin un adecuado soporte espiritual, se da en el maestro la posibilidad de hacer de la docencia una profesión, que como muchas otras sólo buscan el lucro y los beneficios personales. Así, quienes educan sostenidos en una experiencia espiritual loable, hace de ella un medio evangelizador y un instrumento de santidad, vocación ésta a la que todo hombre ha sido llamado por Dios y por la Iglesia desde el día de su bautismo.
La vida espiritual docente amerita la atención de todos aquellos que por razones de su oficio y respuesta al llamado de Dios ven en la educación el medio más idóneo para evangelizar, pues corresponde al maestro, desde su vida y testimonio, permitir que quienes les han sido confiados, descubran el camino de la salvación, la vida de Cristo y la asistencia para que este caminar hacia el Señor de la vida sea significante y alentador, además de fomentar hombres y mujeres capaces de hacer nuevas las cosas y experiencias de épocas pasadas, de tal manera que no repitan lo que los antepasados hicieron y mediante lo cual dejaron desconcierto y tristeza.
Hablar de espiritualidad docente es iniciar un camino que aún no se ha recorrido, donde se le permita al maestro descubrir su vocación como una manera de instaurar entre sus alumnos el Reino de Cristo del cual es parte y protagonista, así mismo podrá hacer de la educación una tarea tan digna como humana en la que se va construyendo continuamente con la ayuda de otras personas y de experiencias tan significativas como la oración y la vida sacramental.
Jesucristo, animador de la espiritualidad docente.
El desarrollo y crecimiento de la vida espiritual del maestro encuentra en Jesucristo su única fuente y razón de ser, no habrá otra motivación diferente a la vida, obra y mensaje de Jesús que pueda sostener y motivar las acciones, ideas y expresiones que caracterizarán el trasegar espiritual del maestro. Sólo Jesús, Maestro Divino, será el motor que impulsará la espiritualidad docente, porque sólo él es el camino que conduce al Padre: “Nadie va al Padre sino por mí”. (Jn. 14.6).
El maestro por su oración y vida sacramental será capaz de descubrir en Jesús, para él y para los demás, a la Vida: “Yo soy la vida” (Jn. 14), a la Verdad: “Yo soy la verdad” (Jn. 14.6), al Camino: “Yo soy el camino” (Jn. 14.6), a la Luz: “Yo soy la luz del mundo” (Jn. 8.12), a la Resurrección: “Yo soy la Resurrección y la vida” (Jn. 11,25) y al Buen Pastor: “Yo soy el Pastor” (Jn. 10,11) que conduce con pedagogía divina a todos los hombres hacia la casa del Padre.
Podrá también identificar en el Señor a aquel que abaló el decir con el hacer, pues habló y obró con autoridad y no como los falsos maestros de su tiempo que buscaban su gloria (Jn. 5,44) y no la de Dios. Jesús enseñó que su presencia entre los hombres respondía al deseo de Dios y vive para hacer lo que El quiere, por eso es libre y podía hablar de la verdad con autoridad. Así mismo, el maestro católico ha de ser un instrumento de Dios capaz de transmitir su amor con la misma autenticidad y originalidad con que Jesús lo hizo, para ello deberá como El, liberarse de cualquier tipo de poder: del poder político y hacerse servidor; liberarse del poder económico y hacerse pobre con los pobres, liberarse del poder religioso y hacerse testigo auténtico del amor de Dios que no tiene preferidos. De esta manera el maestro en su aula, en su colegio, en su familia y en la sociedad, podrá, al igual que el Señor, ser libre para liberar.
La espiritualidad docente conduce al maestro a ser libre en sus palabras para decir siempre la verdad; libre para hacer siempre el bien que su conciencia le dicta; libre para hacer en el dinero un medio y no un fin; libre de la codicia que oprime y es opresora; libre del egoísmo que opaca la solidaridad; libre del éxito que trae consigo la hipocresía, la mentira y la calumnia; libre de las glorias humanas que debilitan la presencia de Dios en los hombres.
El Maestro Bueno, Jesús, animará al maestro para que su vida, al igual que la suya, sea una respuesta a la coherencia de vida que debe caracterizar a todo aquel que ha visto en el Señor al que llama y envía sin prometer riquezas, poder y dinero, sino comunión de vida y de destino: “A ustedes los llamo amigos porque todo lo que oí de mi Padre se lo he comunicado” (Jn. 15,15).
La espiritualidad docente, una experiencia basada en la coherencia de vida.
La escuela católica debe potenciar una espiritualidad docente basada en la coherencia de vida. En ella el educador, como seguidor de Jesús de Nazareth, compromiso emanado de su bautismo, al asumir su proyecto de vida, que culmina en la cruz, tiene que prolongar con sus acciones y ejercicio docente la dinámica de la encarnación y hacer memoria del Misterio Pascual de Cristo. Prolongar hoy la encarnación de Jesús, es arriesgarse y convivir, haciendo suyos los problemas concretos de los alumnos para ayudarles a dar una respuesta que puede y debe esperar un hijo de Dios. Actualizar la vida de Jesús es cooperar en la transformación del mundo, expresando en su conducta el espíritu de las Bienaventuranzas.
Cuando el educador católico conmemora la muerte de Jesús, se despoja de todos los asideros que impiden entrar en la nueva vida. “El morir lento” del educador apóstol en la escuela, su hogar, le permite ser generador de nueva vida para los demás. Y al revivir la resurrección de Jesús afirma en los alumnos y deja nacer en ellos al testigo del poder de Dios y al profeta de la alegría y la esperanza, animándolos como lo hizo San Pablo con su pupilo Timoteo: “Que nadie te desprecie por ser joven. Mas bien trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar; tu conducta, tu caridad, tu fe y la pureza de tu vida”. (Itm. 4,12).
La vida del docente voluntariamente consagrada al servicio de la educación, es una señal inequívoca del poder de Dios y de la esperanza de quienes se educan, además para que este mundo esclavizado por la ambición, el poder y el placer, encuentre en Jesús Resucitado una manera nueva de ser. Todo esto, expresado desde un carisma dado a la Iglesia para la educación, se convierte en el contenido fundamental de esa espiritualidad docente fundada en la coherencia de vida.
Coherencia, es pues, esa larga marcha hacia la plenitud a la que continuamente está llamado el hombre, el cristiano, el educador, a pesar de los tropiezos y de las constantes y necesarias rectificaciones. Es una tarea permanente de integración y de armonía, de responsabilidad en avanzar hacia el cumplimiento de la misión que se le ha confiado a todo aquel que hace de la educación un elemento vital en la formación humana y cristiana de los pueblos.
Desgraciadamente los valores oficiales de nuestra sociedad no son los valores que dirigen la vida de los hombres. La fraternidad, la libertad, la esperanza y la compasión, entre otros, frutos de una tradición humanista y religiosa, se han ideologizado y ya tienen muy poca fuerza para motivar. Se ha impuesto el canon de la industrialización y mandan la utilidad, la eficacia, el triunfo, el éxito y la competitividad. Estos son los axiomas inconscientes que están influyendo poderosamente en la conducta humana.
Sin duda, el desajuste entre una y otra escala de valores que tanto entorpece la integración de la persona y de la comunidad social, se está dejando sentir en nuestra vida. Es en esta realidad donde el educador católico, haciendo eco de su espiritualidad, puede orientar a quienes educa desde los valores que se desprenden del evangelio, creando un máximun de conciencia evangélica y compromiso social desde la inquebrantable fidelidad a la vocación docente como un llamado de Dios y camino de santidad.
Experiencias espirituales.
La espiritualidad docente parte y se fundamenta en la adhesión plena y total a Jesucristo y a su Iglesia. No podrá generarse una experiencia espiritual paralela, con matices que desdicen o rechazan el pensamiento católico, donde con corrientes sincretistas se desdibuja la doctrina y las enseñanzas del magisterio de la Iglesia que por siglos se han convertido en el sustento de tantos hombres y mujeres que hoy están en los altares.
Este camino de fe debe asumirse como un proyecto de vida en el que gradualmente el maestro configurará su vida con Cristo a quien debe asumir como único modelo, para ello debe procurarse un director espiritual que con su acompañamiento y asesoría le indicará los pasos a dar en este camino; así mismo, deberá comprometerse con el anuncio de la Palabra de Dios en cada uno de los ambientes donde se desenvuelve, especialmente en la escuela, allí su vida, sus palabras y acciones serán el evangelio que niños y jóvenes leerán y podrán asumir como propio.
Ha de tenerse en gran estima, además, la práctica de los sacramentos, de manera especialísima la Penitencia y la Eucaristía, de esta manera orientará su proceder al querer de Dios que perdona sus pecados y lo alimenta con el cuerpo de su Hijo, para que fortalecido, asuma la santidad sus estudiantes con el mismo ahínco que en su momento lo hiciera San Juan Bosco.
La participación en la pastoral parroquial será otro elemento que ayudará al fortalecimiento de la espiritualidad docente, por su compromiso bautismal, el maestro verá en la parroquia y en las diversas actividades pastorales que allí se realizan, otros medios propicios para configurar su vida a la de Jesús a quien ama y sirve.
Finalmente la espiritualidad del maestro es una tarea que debe asumirse con interés y responsabilidad, corresponde, entonces, a Obispos, Sacerdotes, Rectores y, de manera especial, a los mismos Maestros, agotar todos los medios posibles para que este incipiente proyecto se desarrolle adecuadamente en procura de la santidad del maestro y del adecuado ejercicio de su labor, en ella, como instrumento de Dios, podrá transmitir a otros, con su vida y ejemplo, las maravillas del señor de la Vida, de tal manera que pueda cumplirse en él lo que la Sagrada Escritura enseña a todos los hombres que sin temer a ninguna amenaza adoran a Cristo y están siempre dispuestos a justificar con sus obras la esperanza que los anima, haciéndolo con sencillez y respeto, como quien tiene la conciencia en paz. (Cf. I Pedro 3,15-16).
Comentario al Evangelio del domingo que viene
CÓMO SEGUIR A JESÚS
Lc 9, 51-62
Jesús emprende con decisión su marcha hacia Jerusalén. Sabe el peligro que corre en la capital, pero nada lo detiene. Su vida solo tiene un objetivo: anunciar y promover el proyecto del reino de Dios. La marcha comienza mal: los samaritanos lo rechazan. Está acostumbrado: lo mismo le ha sucedido en su pueblo de Nazaret.
Jesús sabe que no es fácil acompañarlo en su vida de profeta itinerante. No puede ofrecer a sus seguidores la seguridad y el prestigio que pueden prometer los letrados de la ley a sus discípulos. Jesús no engaña a nadie. Quienes lo quieran seguir tendrán que aprender a vivir como él.
Mientras van de camino, se le acerca un desconocido. Se le ve entusiasmado:"Te seguiré adonde vayas". Antes que nada, Jesús le hace ver que no espere de él seguridad, ventajas ni bienestar. Él mismo "no tiene dónde reclinar su cabeza". No tiene casa, come lo que le ofrecen, duerme donde puede.
No nos engañemos. El gran obstáculo que nos impide hoy a muchos cristianos seguir de verdad a Jesús es el bienestar en el que vivimos instalados. Nos da miedo tomarle en serio porque sabemos que nos exigiría vivir de manera más generosa y solidaria. Somos esclavos de nuestro pequeño bienestar. Tal vez, la crisis económica nos puede hacer más humanos y más cristianos.
Otro pide a Jesús que le deje ir a enterrar a su padre antes de seguirlo. Jesús le responde con un juego de palabras provocativo y enigmático: "Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el reino de Dios". Estas palabras desconcertantes cuestionan nuestro estilo convencional de vivir.
Hemos de ensanchar el horizonte en el que nos movemos. La familia no lo es todo. Hay algo más importante. Si nos decidimos a seguir a Jesús, hemos de pensar también en la familia humana: nadie debería vivir sin hogar, sin patria, sin papeles, sin derechos. Todos podemos hacer algo más por un mundo más justo y fraterno.
Otro está dispuesto a seguirlo, pero antes se quiere despedir de su familia. Jesús le sorprende con estas palabras: "El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios". Colaborar en el proyecto de Jesús exige dedicación total, mirar hacia adelante sin distraernos, caminar hacia el futuro sin encerrarnos en el pasado.
Recientemente, el Papa Francisco nos ha advertido de algo que está pasando hoy en la Iglesia: Tenemos miedo a que Dios nos lleve por caminos nuevos, sacándonos de nuestros horizontes, con frecuencia limitados, cerrados y egoístas, para abrirnos a los suyos.
José Antonio Pagola
Próxima película de Cine-Club Juan Pablo II: “La decisión más difícil”
SINÓPSIS:
Jueves 4 de julio - 7:00 p.m.
Auditorio Juan Pablo II, calle 21 # 7-25, piso 3, detrás de la Catedral.
Entrada libre.
"Con el arte revivimos los valores de la fe"
Los esperamos.
20 de junio de 2013
Nueva web para profesores cristianos
Se acaba de crear una página web para profesores cristianos por iniciativa de la Compañía de Jesús en España.
Esta nueva plataforma, que lleva el sello de la Provincia de Castilla de la Compañía de Jesús, pretende ofrecer a los profesores cristianos un lugar donde alimentar su doble vocación de profesores y de cristianos.
Y a la vez, nace con la intención de convertirse en foro interactivo que recoja las diversas opiniones sobre temas educativos planteados por los propios agentes.
Cuenta con una estructura dividida en dos secciones: una documental y otra de opinión.
En la primera se alojarán documentos de especial relevancia para los profesores, provenientes de fuentes tales como las iglesias, los partidos políticos, las organizaciones sindicales o profesionales, etc.
En la segunda, los docentes podrán encontrar editoriales y artículos que manifiestan la opinión de los promotores de la página sobre diversos temas educativos, los comentarios sobre artículos o libros de reciente publicación, junto con una serie de foros que alojan las reacciones de los usuarios ante las propuestas planteadas.
Los textos están escritos, de manera sencilla y directa, por un grupo de laicos y jesuitas organizados en torno a una mesa de redacción.
Ahondan en cualquier tema vinculado a la educación y al estilo cristiano de estar en la escuela. Desde el respeto con la diversidad de opiniones, profesorescristianos.org trata de propiciar este foro de encuentro donde tenga cabida el pensamiento cristiano sobre la educación.
Para saber más: http://www.profesorescristianos.org/
Educar como somos educados, en nuestra comunidad y por Cristo
Nos pasa a menudo que no reconocemos que estamos todos hechos bien y, más o menos, por el mismo patrón. Es verdad que no somos iguales, e incluso que por ser mayores se nos debe una honra un respeto, pero quizá no siempre estamos dispuestos a reconocer en los fallos, defectos y errores de nuestros hijos los nuestros a su edad. Y que tanto nosotros como ellos necesitamos ser corregidos con caridad y educados desde una aceptación incondicional de confianza, de amor.
En medio de nuestras relaciones consideramos que hay personas y momentos de éstas que nos hacen crecer, madurar, renovar, y cambiar a mejor. Procuramos estar cerca para que estas situaciones y encuentros especiales se repitan, pues los esperamos y pedimos. Cuando además tenemos la suerte de vivir esto en medio de una comunidad cristiana, podemos ver en acto cómo la misericordia de Cristo educa nuestro corazón y razón según la voluntad de Dios, a través también de mediaciones humanas, las de nuestros amigos y compañeros de camino.
Lo que nos parecía increíble, que el acontecimiento de Cristo suceda en nuestra pequeña y frágil historia humana, que se despierten en nosotros preguntas acerca de la correspondencia de nuestro corazón, de nuestros deseos más profundos y verdaderos, el gusto por la vida vivida intensamente,… ocurre, sucede de forma tangible, verificable, y podemos confrontar lo que nos sucede con la propia experiencia.
A poco que nos detengamos en el devenir de nuestra jornada, no solamente desde nuestros pensamientos y sentimientos, esquemas y planes, sino sobre todo desde nuestro corazón y sus deseos e inquietudes más naturales y espontáneas, veremos cómo no son tan distintos de los de nuestros hijos y educandos. Nos unen más factores de los que pensamos de un punto de vista meramente intelectual, abstracto o, menos aún habitualmente justificado de una “necesaria” distancia y superioridad.
Todos somos educados por la presencia de Otro que es el mejor pedagogo, que nos lleva al Padre; por el camino del conocimiento de nosotros mismos a la humildad y de ahí a la Verdad; y por el del amor a la confianza plena y de ahí a la santidad. Que tardemos poco o mucho depende de nuestra obediencia a los datos de la realidad, pero lo cierto es que se da para todos sin exclusión.
Quizá nos pueda pasar que pensemos que eso de vivir la fe realmente sea para una élite de personas que recibieron una vocación de especial consagración a Dios y a su servicio, cuando esto del seguimiento real de Jesucristo es para todos. El camino cristiano de la salvación se dirige a todos y es lo menos abstracto que hay. Es una cuestión de fe, sí, pero ¿qué es esto sino confianza, reconocimiento, vida,… amor a una Presencia que me sostiene y educa hacia mi plena madurez?
Entonces el vértigo, o miedo, que puede suponer trasladar estas lecciones de la vida que recibimos en nuestro ambiente, comunidad, y desde Jesucristo, esta madurez necesaria que proviene de Él, que nos educa desde la libertad, a los niños y adolescentes de los que somos padres y educandos, ha de ser confrontada también a diario con su experiencia y la nuestra. Eduquemos, sin temor, como somos educados. Siendo referencias vivas pero no agotando en nosotros la mirada de otros, sino siguiendo y apuntando siempre al que es más grande que nosotros.
zenit.org
Comentario al Evangelio del próximo domingo
¿QUIÉN ES PARA NOSOTROS?
Lc 9, 18-24
La escena es conocida. Sucedió en las cercanías de Cesarea de Filipo. Los discípulos llevan ya un tiempo acompañando a Jesús. ¿Por qué le siguen? Jesús quiere saber qué idea se hacen de él: "Vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Esta es también la pregunta que nos hemos de hacer los cristianos de hoy. ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Qué idea nos hacemos de él? ¿Le seguimos?
¿Quién es para nosotros ese Profeta de Galilea, que no ha dejado tras de sí escritos sino testigos? No basta que lo llamemos "Mesías de Dios". Hemos de seguir dando pasos por el camino abierto por él, encender también hoy el fuego que quería prender en el mundo. ¿Cómo podemos hablar tanto de él sin sentir su sed de justicia, su deseo de solidaridad, su voluntad de paz?
¿Hemos aprendido de Jesús a llamar a Dios "Padre", confiando en su amor incondicional y su misericordia infinita? No basta recitar el "Padrenuestro". Hemos de sepultar para siempre fantasmas y miedos sagrados que se despiertan a veces en nosotros alejándonos de él. Y hemos de liberarnos de tantos ídolos y dioses falsos que nos hacen vivir como esclavos.
¿Adoramos en Jesús el Misterio del Dios vivo, encarnado en medio de nosotros? No basta confesar su condición divina con fórmulas abstractas, alejadas de la vida e incapaces de tocar el corazón de los hombres y mujeres de hoy. Hemos de descubrir en sus gestos y palabras al Dios Amigo de la vida y del ser humano. ¿No es la mejor noticia que podemos comunicar hoy a quienes buscan caminos para encontrarse con él?
¿Creemos en el amor predicado por Jesús? No basta repetir una y otra vez su mandato. Hemos de mantener siempre viva su inquietud por caminar hacia un mundo más fraterno, promoviendo un amor solidario y creativo hacia los más necesitados. ¿Qué sucedería si un día la energía del amor moviera el corazón de las religiones y las iniciativas de los pueblos?
¿Hemos escuchado el mandato de Jesús de salir al mundo a curar? No basta predicar sus milagros. También hoy hemos de curar la vida como lo hacía él, aliviando el sufrimiento, devolviendo la dignidad a los perdidos, sanando heridas, acogiendo a los pecadores, tocando a los excluidos. ¿Dónde están sus gestos y palabras de aliento a los derrotados?
Si Jesús tenía palabras de fuego para condenar la injusticia de los poderosos de su tiempo y la mentira de la religión del Templo, ¿por qué no nos sublevamos sus seguidores ante la destrucción diaria de tantos miles de seres humanos abatidos por el hambre, la desnutrición y nuestro olvido?
José Antonio Pagola
El "efecto Francisco"
Se cumplen cien días del pontificado del papa Francisco. Sin embargo, no nos engañemos. En realidad, ese lapso de tiempo se refiere al que corre desde el regreso de Napoleón Bonaparte de su exilio en la isla de Elba (marzo de 1815), hasta su derrota en el campo de Waterloo y la nueva Restauración de Luis XVIII, en junio de ese año. Muy posteriormente, la expresión “cien días” se popularizó políticamente para indicar el periodo de gracia concedido a un nuevo gobernante, sobre todo al presidente de los Estados Unidos de América.
Si lo recuerdo, es para anotar que ni por su origen ni por su duración estos “cien días” han de ser especialmente significativos de ese centro de poder espiritual que es el papado. Lo cual no significa que estos tres meses no sean un punto de referencia convencional que permite analizar –siguiendo el uso mediático- los primeros pasos por la Historia del Papa Bergoglio.
LA FUERZA DEL EJEMPLO
Por ejemplo, en estos días el cristianismo ha dejado de tener un solo estilo expresivo formal, no sustancial. Quiero decir, que ese modo de expresión que era el barroco y que se creía definitivo, - como si Bernini y Miguel Angel, fueran los auténticos intérpretes de Jesús de Nazaret- se difumina. Y ni siquiera han sido necesarios cien días. Han bastado unos gestos para modificar protocolos consolidados. El Papa que sigue viviendo en una habitación cercana a la que ocupaba cuando fue elegido; que no ha calzado los zapatos rojos popularizados por los Papas del Renacimiento; que no ha usado una sola vez la "esclavina" roja que el protocolo imponía para los actos solemnes o la recepción de credenciales de embajadores; que come en el comedor común de la Casa Santa Marta; y que no ha usado una sola vez el coche de matrícula SCV1, el Mercedes blindado tradicional del Vaticano… Todo eso tiene tal impacto inmediato en la estructura curial, que resulta más eficaz que cien decretos o llamadas a la sobriedad. Es el llamado “efecto” Francisco.
Contra lo que se cree, ya ha comenzado la reforma de la Curia. No habrá que esperar a los estudios que elabore en octubre la Comisión de Cardenales nombrada al efecto. El nuevo estilo marca un modo de hacer que está removiendo la estructura burocrática vaticana desde sus cimientos. Naturalmente, faltan los nombramientos clave: Secretario de Estado, Prefectos de Congregaciones etc., pero después de unos meses de "bombardeo" del ejemplo, - los famosos 100 días - todo será más fácil. El menú ha sido ya servido...
LA CURIA NO ES LO PRIMERO
En mi opinión, a diferencia de lo que el lobby mediático casi unánimemente proclama, no es la reforma de la Curia lo prioritario para el papa Francisco, como si en ella se concentraran los males del universo entero. La Curia ha sobrevivido –como estructura necesaria que es – a mil reformas, desde su consolidación en 1588 por el Papa Sixto V hasta la actual configuración de Juan Pablo II que data de 1988, y sus reglamentos de 1992/1999. La nueva reforma que se adivina cambiará las estructuras, pero no los corazones. Esta es la gran batalla – los corazones- que quiere ganar el papa Francisco y cuyas huellas se adivinan ya en estos cien días.
Basten dos ejemplos: fustiga el “carrierismo” como auténtica lepra de algunos clérigos e interroga continuamente a los laicos que le escuchan acerca del deber de cambiar el mundo con el ejemplo y la palabra. Lo primero permite adivinar un papa “anticlerical”, es decir, como se ha observado, “un Papa contrario al clericalismo”. Un Papa que abomina de los aires enrarecidos que emana de ciertos clérigos obsesionados por el poder. Que en estos cien días, por activa y por pasiva, ha vuelto a decir que prefiere una “Iglesia accidentada a una enferma”. Que anima a dejar las posiciones tranquilas de retaguardia y arriesgarse por la “la periferia”: “ser los primeros en movernos hacia los otros, sobre todo a los que están más lejos”. A los laicos los exhorta a meterse en “la gran política”, aquella que nace de los mandamientos y del evangelio. “Denunciar atropellos de derechos humanos, situaciones de explotación o exclusión, carencias en la educación o en la alimentación, no es hacer partidismo”, dice.
¿UN GUERRILLERO VENIDO DEL FIN DEL MUNDO ?
Vittorio Messori, un vaticanista incisivo e inteligente, acaba de llamar la atención sobre un hecho poco frecuente. Durante estos cien días, se observa una suerte de “luna de miel” con el Papa Francisco de parte de ambientes habitualmente hostiles o al menos distantes con la Iglesia romana. Como si el nuevo Papa fuera una especie de “revolucionario”, un “guerrillero”, que considerara la Historia como una alternativa entre el todo y la nada, en la cual un brusco giro llevaría a un nuevo cielo y una nueva tierra. Alguien al que hay que convencer de que solamente la revolución puede perfeccionar la Iglesia, de que es imposible mejorarla gradualmente. Los mismos que amenazan con el grito de “indignez-vous” si no ven realizadas sus utopías, y que probablemente cambiarían los actuales “hosannas” por futuros “crucifícale”, si vieran defraudadas sus esperanzas. No parece que sea ese el camino emprendido por el Papa “venido del fin del mundo” El tránsito del obispo Jaime Bergoglio al Papa Francisco no ha cambiado la “identikit” del nuevo obispo de Roma. No conviene olvidar que tres días antes de partir para el cónclave, había dicho que el futuro Papa “ante todo ha de ser un hombre de oración. Luego, debe estar profundamente convencido de que Jesús es el Señor de la historia. En fin, debe ser un buen obispo, capaz de comprender, y de crear comunión con todos”. El nombre del santo de Asís que ha escogido evoca alguien heroico en su pobreza, pero obediente a la Jerarquía, con veneración al papado y con horror a la herejía. Probablemente por eso hace dos días ha dejado claro que las cuestiones “no negociables” de las que hablaba su antecesor siguen siéndolo.
Por un lado, ha defendido la “sacralidad de la vida humana”. Por otro, acaba de reunirse con una delegación de senadores y diputados franceses diciéndoles que no duden en 'derogar' las leyes,si es necesario, para "proporcionar una calidad vital que eleve y ennoblezca a la persona". Una clara referencia a normas sobre el matrimonio y la familia no estrictamente concordes con la visión cristiana.
EVANGELICOS Y ANGLICANOS
El “efecto Francisco”, ha tenido un impacto muy positivo en el ecumenismo. Sucesivamente anglicanos, evangélicos y hebreos han mostrado un interés poco común con los mensajes pontificios. Sorprende, por ejemplo, que el pastorTimothy George , en Christianity Today, el principal órgano de prensa evangélico de lengua inglesa, fundado por Billy Graham , acabe de publicar una artículo sumamente elogioso («Our Francis, too»), en el que se alaba el ejemplo de sencillez y austeridad del Papa Francisco. Si se piensa que el tradicional anticatolicismo evangélico en Estados Unidos sigue latente, este cambio de rumbo puede marcar las relaciones entre evangélicos y católicos. Algo similar ha sucedido con la reciente visita al Vaticano del arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana, Welby.El clima era de inusual cordialidad y coincidencia, sobre todo en dos temas: la promoción de los valores cristianos y la justicia social “que quiere dar voz a los más pobres”. En fin, los que pronosticaban un difícil “duopolio”, un singular “condominio” en los estrechos límites de la Ciudad del Vaticano entre un papa en ejercicio y otro emérito, no han acertado en sus cábalas. La exquisita cordialidad entre ellos y la exacta comprensión de sus respectivas posiciones han propiciado unas entrevistas llenas de calor y eficacia.
Cien días no son nada en la vida de los pueblos, y menos en una institución que superpone el “tempo” espiritual al cronológico, pero desde luego proporciona pistas.
Si lo recuerdo, es para anotar que ni por su origen ni por su duración estos “cien días” han de ser especialmente significativos de ese centro de poder espiritual que es el papado. Lo cual no significa que estos tres meses no sean un punto de referencia convencional que permite analizar –siguiendo el uso mediático- los primeros pasos por la Historia del Papa Bergoglio.
LA FUERZA DEL EJEMPLO
Por ejemplo, en estos días el cristianismo ha dejado de tener un solo estilo expresivo formal, no sustancial. Quiero decir, que ese modo de expresión que era el barroco y que se creía definitivo, - como si Bernini y Miguel Angel, fueran los auténticos intérpretes de Jesús de Nazaret- se difumina. Y ni siquiera han sido necesarios cien días. Han bastado unos gestos para modificar protocolos consolidados. El Papa que sigue viviendo en una habitación cercana a la que ocupaba cuando fue elegido; que no ha calzado los zapatos rojos popularizados por los Papas del Renacimiento; que no ha usado una sola vez la "esclavina" roja que el protocolo imponía para los actos solemnes o la recepción de credenciales de embajadores; que come en el comedor común de la Casa Santa Marta; y que no ha usado una sola vez el coche de matrícula SCV1, el Mercedes blindado tradicional del Vaticano… Todo eso tiene tal impacto inmediato en la estructura curial, que resulta más eficaz que cien decretos o llamadas a la sobriedad. Es el llamado “efecto” Francisco.
Contra lo que se cree, ya ha comenzado la reforma de la Curia. No habrá que esperar a los estudios que elabore en octubre la Comisión de Cardenales nombrada al efecto. El nuevo estilo marca un modo de hacer que está removiendo la estructura burocrática vaticana desde sus cimientos. Naturalmente, faltan los nombramientos clave: Secretario de Estado, Prefectos de Congregaciones etc., pero después de unos meses de "bombardeo" del ejemplo, - los famosos 100 días - todo será más fácil. El menú ha sido ya servido...
LA CURIA NO ES LO PRIMERO
En mi opinión, a diferencia de lo que el lobby mediático casi unánimemente proclama, no es la reforma de la Curia lo prioritario para el papa Francisco, como si en ella se concentraran los males del universo entero. La Curia ha sobrevivido –como estructura necesaria que es – a mil reformas, desde su consolidación en 1588 por el Papa Sixto V hasta la actual configuración de Juan Pablo II que data de 1988, y sus reglamentos de 1992/1999. La nueva reforma que se adivina cambiará las estructuras, pero no los corazones. Esta es la gran batalla – los corazones- que quiere ganar el papa Francisco y cuyas huellas se adivinan ya en estos cien días.
Basten dos ejemplos: fustiga el “carrierismo” como auténtica lepra de algunos clérigos e interroga continuamente a los laicos que le escuchan acerca del deber de cambiar el mundo con el ejemplo y la palabra. Lo primero permite adivinar un papa “anticlerical”, es decir, como se ha observado, “un Papa contrario al clericalismo”. Un Papa que abomina de los aires enrarecidos que emana de ciertos clérigos obsesionados por el poder. Que en estos cien días, por activa y por pasiva, ha vuelto a decir que prefiere una “Iglesia accidentada a una enferma”. Que anima a dejar las posiciones tranquilas de retaguardia y arriesgarse por la “la periferia”: “ser los primeros en movernos hacia los otros, sobre todo a los que están más lejos”. A los laicos los exhorta a meterse en “la gran política”, aquella que nace de los mandamientos y del evangelio. “Denunciar atropellos de derechos humanos, situaciones de explotación o exclusión, carencias en la educación o en la alimentación, no es hacer partidismo”, dice.
¿UN GUERRILLERO VENIDO DEL FIN DEL MUNDO ?
Vittorio Messori, un vaticanista incisivo e inteligente, acaba de llamar la atención sobre un hecho poco frecuente. Durante estos cien días, se observa una suerte de “luna de miel” con el Papa Francisco de parte de ambientes habitualmente hostiles o al menos distantes con la Iglesia romana. Como si el nuevo Papa fuera una especie de “revolucionario”, un “guerrillero”, que considerara la Historia como una alternativa entre el todo y la nada, en la cual un brusco giro llevaría a un nuevo cielo y una nueva tierra. Alguien al que hay que convencer de que solamente la revolución puede perfeccionar la Iglesia, de que es imposible mejorarla gradualmente. Los mismos que amenazan con el grito de “indignez-vous” si no ven realizadas sus utopías, y que probablemente cambiarían los actuales “hosannas” por futuros “crucifícale”, si vieran defraudadas sus esperanzas. No parece que sea ese el camino emprendido por el Papa “venido del fin del mundo” El tránsito del obispo Jaime Bergoglio al Papa Francisco no ha cambiado la “identikit” del nuevo obispo de Roma. No conviene olvidar que tres días antes de partir para el cónclave, había dicho que el futuro Papa “ante todo ha de ser un hombre de oración. Luego, debe estar profundamente convencido de que Jesús es el Señor de la historia. En fin, debe ser un buen obispo, capaz de comprender, y de crear comunión con todos”. El nombre del santo de Asís que ha escogido evoca alguien heroico en su pobreza, pero obediente a la Jerarquía, con veneración al papado y con horror a la herejía. Probablemente por eso hace dos días ha dejado claro que las cuestiones “no negociables” de las que hablaba su antecesor siguen siéndolo.
Por un lado, ha defendido la “sacralidad de la vida humana”. Por otro, acaba de reunirse con una delegación de senadores y diputados franceses diciéndoles que no duden en 'derogar' las leyes,si es necesario, para "proporcionar una calidad vital que eleve y ennoblezca a la persona". Una clara referencia a normas sobre el matrimonio y la familia no estrictamente concordes con la visión cristiana.
EVANGELICOS Y ANGLICANOS
El “efecto Francisco”, ha tenido un impacto muy positivo en el ecumenismo. Sucesivamente anglicanos, evangélicos y hebreos han mostrado un interés poco común con los mensajes pontificios. Sorprende, por ejemplo, que el pastorTimothy George , en Christianity Today, el principal órgano de prensa evangélico de lengua inglesa, fundado por Billy Graham , acabe de publicar una artículo sumamente elogioso («Our Francis, too»), en el que se alaba el ejemplo de sencillez y austeridad del Papa Francisco. Si se piensa que el tradicional anticatolicismo evangélico en Estados Unidos sigue latente, este cambio de rumbo puede marcar las relaciones entre evangélicos y católicos. Algo similar ha sucedido con la reciente visita al Vaticano del arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia anglicana, Welby.El clima era de inusual cordialidad y coincidencia, sobre todo en dos temas: la promoción de los valores cristianos y la justicia social “que quiere dar voz a los más pobres”. En fin, los que pronosticaban un difícil “duopolio”, un singular “condominio” en los estrechos límites de la Ciudad del Vaticano entre un papa en ejercicio y otro emérito, no han acertado en sus cábalas. La exquisita cordialidad entre ellos y la exacta comprensión de sus respectivas posiciones han propiciado unas entrevistas llenas de calor y eficacia.
Cien días no son nada en la vida de los pueblos, y menos en una institución que superpone el “tempo” espiritual al cronológico, pero desde luego proporciona pistas.
zenit.org - Rafael Navarro-Valls*
*Es catedrático, académico y autor de “Entre la Casa Blanca y el Vaticano”
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos e hijas en los estudios?
Propuestas para ayudarles a mejorar su rendimiento escolar
El éxito escolar de nuestros hijos e hijas es una de nuestras principales preocupaciones y una de las fuentes de conflicto familiar más importante. A todos nos gustaría que aprendiesen, tuviesen buenos resultados académicos y un buen futuro profesional.
Pero ¿qué les hace falta a nuestros hijos e hijas para tener éxito en los estudios?, ¿qué podemos hacer padres y madres para ayudarles?, ¿cuál es nuestro papel?
Para que padres y madres podamos ayudarles, tenemos que tener en cuenta que el éxito escolar se basa principalmente en tres aspectos que podemos expresar en una fórmula (PODER + QUERER + SABER), en los cuales nosotros tenemos mucho que hacer.
Poder significa tener las aptitudes, capacidades y habilidades necesarias. En este sentido, podemos ayudarles a ser autónomos, responsables y persistentes, a desarrollar todo su potencial y a superar sus dificultades.
Querer se refiere a tener la motivación suficiente para estudiar. Así nosotros podemos potenciar su actitud positiva y motivación hacia el aprendizaje.
Saber hace alusión a conocer cómo estudiar de la forma más eficaz. De esta forma, podemos enseñarles los hábitos y técnicas de estudio necesarios.
Todo ello, realizando un seguimiento de su evolución y ofreciendo una actitud de colaboración y apoyo y un ambiente familiar cariñoso. Sin olvidar que, en todo momento, somos un modelo de aquellos valores educativos que queremos transmitir.
Es importante tener en cuenta que nuestra intervención será más importante en los primeros años del colegio y, una vez que nuestros hijos e hijas vayan adquiriendo una mayor autonomía, nuestra intervención irá reduciéndose, aunque siempre manteniendo la actitud de supervisión y colaboración.
A continuación presentamos una serie de pautas propuestas por la CEAPA (Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos) que nos ayudarán a mejorar el rendimiento académico de nuestros hijos e hijas. Sigue el enlace: ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos(as) en los estudios?
14 de junio de 2013
Comentario al Evangelio del domingo que viene
16 de junio de 2013
11 Tiempo Ordinario (C)
Lucas 7,36-8,3
DEFENSOR DE LAS PROSTITUTAS
Jesús se encuentra en casa de Simón, un fariseo que lo ha invitado a comer. Inesperadamente, una mujer interrumpe el banquete. Los invitados la reconocen enseguida. Es una prostituta de la aldea. Su presencia crea malestar y expectación. ¿Cómo reaccionará Jesús? ¿La expulsará para que no contamine a los invitados?
La mujer no dice nada. Está acostumbrada a ser despreciada, sobre todo, en los ambientes fariseos. Directamente se dirige hacia Jesús, se echa a sus pies y rompe a llorar. No sabe cómo agradecerle su acogida: cubre sus pies de besos, los unge con un perfume que trae consigo y se los seca con su cabellera.
La reacción del fariseo no se hace esperar. No puede disimular su desprecio: “Si este fuera profeta, sabría quién es esta mujer y lo que es: una pecadora” . El no es tan ingenuo como Jesús. Sabe muy bien que esta mujer es una prostituta, indigna de tocar a Jesús. Habría que apartarla de él.
Pero Jesús no la expulsa ni la rechaza. Al contrario, la acoge con respeto y ternura. Descubre en sus gestos un amor limpio y una fe agradecida. Delante de todos, habla con ella para defender su dignidad y revelarle cómo la ama Dios: “ Tus pecados están perdonados”. Luego, mientras los invitados se escandalizan, la reafirma en su fe y le desea una vida nueva: “Tu fe te ha salvado. Vete en paz”.Dios estará siempre con ella.
Hace unos meses, me llamaron a tomar parte en un Encuentro Pastoral muy particular. Estaba entre nosotros un grupo de prostitutas. Pude hablar despacio con ellas. Nunca las podré olvidar. A lo largo de tres días pudimos escuchar su impotencia, sus miedos, su soledad... Por vez primera comprendí por qué Jesús las quería tanto. Entendí también sus palabras a los dirigentes religiosos: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que vosotros en el reino de los cielos”.
Estas mujeres engañadas y esclavizadas, sometidas a toda clase de abusos, aterrorizadas para mantenerlas aisladas, muchas sin apenas protección ni seguridad alguna, son las víctimas invisibles de un mundo cruel e inhumano, silenciado en buena parte por la sociedad y olvidado prácticamente por la Iglesia.
Los seguidores de Jesús no podemos vivir de espaldas al sufrimiento de estas mujeres. Nuestras Iglesias diocesanas no pueden abandonarlas a su triste destino. Hemos de levantar la voz para despertar la conciencia de la sociedad. Hemos de apoyar mucho más a quienes luchan por sus derechos y su dignidad. Jesús que las amó tanto sería también hoy el primero en defenderlas.
José Antonio Pagola
11 de junio de 2013
Educación para un consumo responsable
Las conductas consumistas en los niños y niñas son normales. Los niños y niñas desean cosas, piden cosas, porque no saben que significa el dinero y no tienen ninguna conciencia de la relación que existe entre consumir productos y ganar dinero para poder comprarlos.
Por eso, uno de nuestros principales objetivos educativos debe ser enseñarles a nuestros hijos e hijas de dónde viene el dinero, lo que cuesta ganarlo y la necesidad de gestionarlo.
Y este aprendizaje es imprescindible en una cultura como la nuestra donde continuamente nos están incitando para que consumamos más y más objetos. Es fácil imaginar que una persona que no sepa manejar su consumo será una persona con muchos problemas para ser feliz en nuestra cultura. Imaginaros por ejemplo lo que puede suceder si gasta por encima de lo que gana o de si no sabe sentirse bien si no tiene el nuevo objeto que publicita el mercado.
Vea este artículo completo de la CEAPA (Confederación Española de Padres y Madres de Alumnos) en el siguiente enlace: Educación para un consumo responsable
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